Terminal de Ómnibus 

Diga el calor de una noche de verano, en la que promediaba la cuarentena de años si lo que digo es mentira. Érase que estábamos tomando unos porrones con Richard mientras hablábamos del transitar de la vida cuando de repente se apareció un tipo con una botella de líquido sospechoso y un hablar de jeringosa que no alcancé a comprender. Parecía un linyera pero estaba bien vestido. Richard lo saludó “como andás Rubencito” a lo que respondió en un hablar ininteligible. Al rato saco su celular y nos mostró su fiesta de cumpleaños. Veíase un amplio salón ampulosamente decorado, con sus sillas enfundadas y lleno de gente que lo aplaudïa mientras el Rubencito lloraba. Acto seguido, le mostró su numero de celular para que el Richard lo agendase ya que no sabía leer ni escribir por lo que luego Richard me dijo. Se puso pesado el Rubencito y el Richard le dijo que tenia que atender un negocio conmigo, que necesitábamos estar solos. Le preguntó al Richard donde quedaba la terminal a lo que este le dijo que siguiera derecho unas cuatro cuadras. Dicho esto, Rubencito desapareció como vino. Pero yo me quedé lleno de dudas a las que categóricamente respondió el Richard. Me dijo que era del valle de Uco, que la familia era pudiente pero que él se aburría allá por lo que se venía a la ciudad. Además me contó que dormía en un banco de la terminal no si antes hacerse “tirar la goma” por alguna prostituta de las que sobran por ahí. También me informó que uno de los cafés de ahí le daba una viandita y así  como ellos otros también, devorándose todo lo que le daban como una bestia. Habla así, continuó el Richard, por que le faltan un par de jugadores pero es vivo. Una vez me salvó que me asaltaran, se la reaguanta a las piñas. Esa fue su descripción hecha por el Richard, inmediatamente pensé en los que se ufanaban de que las reformas en la terminal la habían subido de categoría asemejándose a un aeropuerto internacional a lo que pensé que por más reformas nunca le quitarían su esencia: un hervidero de putas que te invitan a los telos que hay cerca o ahí mismo en lo oscuro, un lugar donde los que no tienen guita para un hostel (o prefieren no pagarlo como es el caso del Rubencito) duermen en sus bancos pese al clima caluroso o frío, en los psicóticos paranoides que se toman el primer micro que los lleve lejos para terminar mendigando perdidos en sus quiméricas ensoñaciones o en el peor de los casos suicidándose, en las de países limítrofes que vienen solas y muy jóvenes por no decir adolescentes con la promesa de trabajar en la limpieza y terminan siendo esclavas sexuales, en los golondrinas que con sus manos violetas de tanta vendimia vienen a cosechar lo que luego enriquecerá a los ya ricos mientras a ellos solo les alcanzará para unas noches de oscureciente beodez. La terminal, una sola palabra para tantas cosas.  Los Rubencito, las putas, los psicóticos, los golondrinas donde estarán cuando todo esto sea consumido por el tiempo y el olvido?

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